Saturday, July 22, 2006

Misterio de Obanos, o la historia del Camino de Santiago



El Misterio de Obanos es una representación teatral con un fin catequético. Antiguamente, y como consecuencia del nivel cultural, estas representaciones servian para explicar de un modo sencillo, los grandes dogmas de fe y también las vidas de los santos.

Entre los más antiguos de España se encuentra el Misterio de Elche, el cual pretende explicar de un modo sencillo, el dogma de la Asunción de María, la Madre de Dios.

El de Obanos es más reciente, no tiene siquiera un siglo de existencia, aunque lo que en él se representa tiene una antiguedad de más de cinco siglos.










Los cuatro puntos del Misterio de Obanos

Juan Cañada
Conferencia pronunciada en Obanos durante la Semana del Misterio del año 2005


Cuando desde la Fundación Misterio de Obanos me pidieron colaborar en esta Semana del Misterio, sin dudarlo un solo segundo acepté con gran satisfacción y alegría. Estoy muy agradecido a los miembros de la Fundación al poderme dar la posibilidad de hablar de algo que llevo muy dentro del corazón desde hace tiempo: El Misterio de Obanos, sus personajes, su historia, las gentes que lo hacen posible.

Se me pidió tema y título para una conferencia, y sin pensarlo dos veces, sugerí que me encantaría hablar de algunas de las muchas localidades que se citan en la representación del Misterio, y que forman parte de una de las historias y tradiciones más hermosas del Camino de Santiago, y por ende, como no podía ser menos, de Navarra.

Aquitania

Me gustaría comenzar hablando de la hermosa Aquitania. Nuestros hermanos franceses tienen esta región como una de las más bonitas de su país. Muchos tal vez sólo la recuerden por los afamados vinos de Burdeos, sus antiquísimas termas, o tal vez por Futuroscope de Poitiers en el que se mezcla ciencia y diversión en una conjunción llena de encanto.

En esta región, Aquitania, es donde nacieron los protagonistas principales del Misterio de Obanos. De Guillén de Aquitania se tiene constancia de que vino al mundo en el año 1099 en Toulouse, entonces ciudad que pertenecía a éste gran ducado. Su hermana Felicia, según la tradición, nació unos años después también en Toulouse.

Me gustaría detenerme en un punto del que no se suele hablar demasiado. La rama dinástica de Santa Felicia y de San Guillén. Creo que puede ser interesante, en tanto en cuanto sus ancestros son los grandes hacedores de Europa.

Me voy a remontar, nada más y nada menos, que a Pipino II de Heristal, nacido en el año 645. El hijo que tuvo fuera del matrimonio fue bautizado como Carlos Martel. No me voy a detener en un minucioso detalle genealógico que creo que no procede, por eso voy a concluir rápidamente diciendo que el hijo de Pipino “El Breve” (*714), el emperador Carlos I, Carlomagno (*747).


El imperio fue entregado en pequeños ducados a los herederos de Carlomagno. El de Aquitania, tras varias generaciones de duques, llegamos a nuestro Guillermo VIII, que como ya he comentado, nació en el año 1099 en Toulouse. De él bien sabemos que sus restos son custodiados y venerados por las gentes de Obanos, de los vecinos de los valles colindantes, y de todos los que buscan en su vida un modelo, y en su santidad la intercesión ante el Creador.

Pues sí señores, a lo que quería llegar: nuestro Guillén de Aquitania es descendiente del que se puede denominar el primer gran Rey de Europa: Carlomagno. El mismo que se hizo grande en sus batallas, y sus gestas. Hombre en el que imperaba la nobleza, la lealtad y el derecho.

De Aquitania es también la princesa Felicia. Aunque aparentemente pueda dar la impresión de que me desvío del tema de esta conferencia, permítanme que haga una breve semblanza sobre varios aspectos a los que he dedicado muchas horas de reflexión. El primero es el gran deseo que tiene esta peregrina jacobea por hacerse humilde entre los humildes, siendo ella hija de reyes. Se humilla mientras se une en el Camino de Santiago con penitentes, pecadores, gente que busca el Perdón y la bendición del Hijo del Trueno: Santiago. Pero no quiero adelantar acontecimientos y seguiré hablando más adelante de las grandes virtudes que nos enseña Felicia.


El Señorío de Amocáin y Labiano

El segundo punto relacionado con el Camino del Misterio al que me quiero referir, son en realidad dos: El Señorío de Amocáin y Labiano. La tradición nos cuenta que la Princesa Felicia se despojó de sus terciopelos, oropeles y galas para servir a los más necesitados en el Señorío de Amocáin. Espero que no se enfaden los del Valle de Egües si digo que éste, el Señorío de Amocáin, no es precisamente de los lugares más hermosos de Navarra. Es más, da la impresión de que sus colinas y lo agreste del lugar lo hacen poco recomendable para ver un bucólico atardecer. Sin embargo es una ruta secundaria del Camino de Santiago, y aunque no reciba los pasos se la gran masa de peregrinos, es sin duda un lugar de tránsito, y también de estancia. De Felicia nos cuentan que sirvió a los más humildes, que era ejemplo de caridad y de laboriosidad. Los Señores de Amocáin la tenían como una sirvienta, como una servidora, pero también como una hija, y tal vez como una hermana.

Respecto a Labiano quiero comenzar haciendo una referencia a don Jesús Equiza, actual párroco de este pueblo del Valle de Aranguren que ha desarrollado una importante labor de investigación sobre la Santa que descansa en el Santuario de San Pablo y Santa Felicia. Pero también ha trabajado para conseguir, con la ayuda de todos los vecinos en Auzolan, arreglar las instalaciones que con el tiempo han ido deteriorándose.

Efectivamente, en Labiano descansan los restos de nuestra santa Felicia. A ella han intercedido durante siglos miles de navarros para aliviar los dolores de cabeza y de pecho. Realmente es muy bonito ir a este hermoso y sencillo pueblo y transitar por sus calles en las que la tranquilidad no se rompe en ningún momento, y la paz llega sin hacer un gran esfuerzo.

Según se ha podido constatar, la ermita, o mejor dicho, el Santuario de San Pablo y Santa Felicia, albergaba una comunidad de religiosas, las antiguas seronas que atendían del cuidado del culto, procuraban atender a los pobres, sin faltar a sus obligaciones religiosas. Algunos piensan que Felicia fue una de ellas. Por mi parte me quedo con la tradición que vincula a nuestra santa con el trabajo en el Señorío de Amocáin, un trabajo sencillo, humilde, callado… ¡Qué hermoso! ¿Verdad? Una mujer que podía haber optado a la corona de cualquier reino de Europa, decide despojarse de títulos y servidumbre, para ser ella, precisamente, servidora en la humildad y el silencio.

Obanos

Por fin llegamos a Obanos. Villa en la que se celebraban las Juntas de Infanzones. Todos sabemos que los Infanzones no eran precisamente de origen noble. Si me lo permiten, me gustaría hacer una comparación, que por tal no se ajusta necesariamente a la realidad: Siempre he pensado en los Infanzones de Navarra como los Robin Hood de Sheffield. Los nuestros eran unos auténticos héroes dispuestos a luchar contra los abusos de los nobles, incluso de los reyes. Pro libertate patria gens, libera state! Para que seamos libres, que no exista la opresión de los que ejercen la autoridad; para que podamos vivir tranquilos, que los abusos se combatan con justicia y verdad, para que podamos desarrollarnos como personas, tengamos paz y capacidad para crecer.

Pero ya saben que hablar de los Infanzones no es más que un recurso para introducir al protagonista del que me gustaría tratar y que todos ustedes ya recuerdan y conocen. No hace falta dar su nombre. Según nos relata la leyenda, aquí terminó sus días el Príncipe Guillén de Aquitania. Su crimen: haber asesinado a su hermana, la princesa Felicia. Su gloria: haber pedido perdón a Dios por su pecado y purificar su alma con la mortificación, la penitencia y las buenas obras hechas a todos los peregrinos jacobeos, que pasaban por este Cruce de Caminos.

Ahora me gustaría intentar hacer un paralelismo entre los Infanzones de Navarra y nuestro protagonista.

Para Doña María Raquel García Arancón, Profesora Agregada, de la Universidad de Navarra, los infanzones surgen en la Baja Edad Media, como consecuencia del dinamismo económico y social, y los cambios políticos e institucionales de la época. Según la profesora García Arancón, en Navarra el siglo XII se había caracterizado por un ejercicio difícil de supervivencia frente a los poderosos reinos vecinos (Castilla y Aragón), por la consolidación de tres grupos sociales (nobleza, burguesía y campesinado) y por la organización de unos mecanismos de gobierno, sencillos y de carácter tradicional. En los primeros años del siglo XIII, con Sancho el Fuerte, se advierten síntomas de renovación: el rey trata de reorganizar la administración del reino y racionalizar y mejorar los recursos económicos de la Corona. En este momento surge la Junta de Infanzones de Obanos.

Los infanzones eran casi miembros de la nobleza de Navarra que comparten con los ricoshombres su estatuto privilegiado y las funciones militares, pero que no disponen de un patrimonio cuantioso y tampoco desempeñan tareas de gobierno. A diferencia de los grandes barones del reino, que asesoran al rey y forman parte del Tribunal Supremo de Justicia, esta pequeña nobleza carece de papel político. Mientras el rey favorece a la alta nobleza con rentas de la Corona, los infanzones carecen de expectativas porque, finalizada la reconquista por parte de Navarra, no hay incentivos militares. Este descontento y la escasa eficacia del poder ejecutivo y militar del rey, quizá con algunos episodios de violencia e impunidad de delitos, indujeron a los infanzones y caballeros a formar una corporación para defender sus intereses y luchar conjuntamente de los atropellos de la elite nobiliaria de los ricoshombres, y de los malhechores en general.

Esta liga es un ejemplo muy temprano del espíritu corporativo del siglo XIII, manifestado también en gremios y cofradías. En el caso de la Junta de Obanos sabemos, por una encuesta practicada en 1281, que los junteros se obligaban, bajo juramento, a mantener sus compromisos y estaban representados por sobrejunteros, uno por cada comarca donde la liga estaba implantada. Al frente, un mayoral, cabo o buruzagui, encargado de aplicar las penas. Para castigar al delincuente le apremiaban a reparar el daño y le exigían fianza. Si no la presentaba y no se sometía a la justicia, le perseguían, le castigaban con la pérdida de sus bienes o le ejecutaban, a veces de modo sumarísimo. El conocido sello de la Junta tenía en el anverso una cruz y un libro sagrado abierto con doce manos en actitud de jurar, y en el reverso un caballero con el lema conocido por todos y ya citado: Pro libertate patria gens, libera state!

Y después de haber hecho una breve introducción sobre los Infanzones, me extiendo en la figura de nuestro Guillén.

El Príncipe Guillén, tal y como ya he comentado, no sólo tiene sangre real, es nada menos que coheredero del gran rey que ha tenido Europa en todos los tiempos: Carlomagno. Tenía el cetro del Ducado de Aquitania, sus decisiones eran acatadas por sus súbditos, legislaba conforme a su buen juicio. Y sin embargo decide ir a Santiago de Compostela a pedir al santo que le ayude. Humilla la cerviz, se roza con los pecadores de media Europa, agacha los labios sobre el lecho de los ríos para beber de sus aguas… Pero el milagro auténtico surge cuando reconoce su pecado, pecado gravísimo: Un asesinato, un segar la vida, un tomar el papel que sólo corresponde a Dios. Y nada menos que el de su hermana Felicia, princesa de Aquitania.

Como ya he explicado, los Infanzones proceden de las clases sociales más humildes y trabajan por equipararse a la nobleza. Y otros se despojan de las coronas, de las riquezas, de los halagos y del protocolo, para convertirse en servidores de los peregrinos, los más pobres entre los pobres de la época.

¿Se han dado cuenta? Las figuras de Felicia y de Guillén coinciden en su origen y en su final. Ambos nacen en el lujo de la Corte, ambos se cultivan en ciencias y letras, ambos proceden de la escala social más importante de la Edad Media, ambos tienen un futuro terreno lleno de interesantes expectativas. Y ambos, por cruel destino, y sin duda por divina voluntad, dedican buena parte de su vida al servicio de los demás. Ambos llegan al mismo punto vital, pero ambos lo hacen por diferentes caminos.

Felicia se santifica en el ejercicio de un trabajo sencillo y humilde, su ejemplo remueve a los Señores de Amocáin, a los peregrinos que pasan por el Valle de Egües, y ese ejemplo ejerce una fuerza increíble en todos los que la contemplan.

Guillén termina sus días del mismo modo: Sirviendo!!!! Aunque la Providencia Divina ha usado con él otros medios: el del arrepentimiento, la oración y el del ejercicio de la humildad.

¿No son maravillosas las lecciones que nos dan nuestros dos santos? Ahora me gustaría lanzar otra pregunta, ya sé que aparentemente me desvío del título de esta conferencia. ¿No estamos en una época en la que recordar la vida de Felicia y Guillén se hace casi necesario? Lo que quiero decir es que con frecuencia olvidamos dar y sólo esperamos recibir, que nos gusta ser servidos y no servir, que otros nos necesitan y sin embargo nos hacemos los ciegos… Que el ejemplo de estos santos, nos ayude a vivir conforme a lo que Dios espera de nosotros.

Santiago

Incluyo en este anodino recorrido por algunas de las poblaciones del Misterio, una ciudad que aparece descrita con excelente delicadeza por el Hermano Francisco, y el Hermano León. Me refiero a Santiago de Compostela.

Realmente las alusiones a Compostela son importantes. Sin embargo aparecen incluso cuando no se cita. Que dos nobles partan en peregrinación desde su reino camino de una ciudad perdida, situada junto al Fin de la Tierra, nos ayudará a reflexionar en varios aspectos: Existe un principio, un camino y un final. Una salida y una meta. Un sembrar y un cosechar. Un vivir y un morir, o tal vez un morir y un vivir. Un despojarse de lo superficial y revestirse de lo que ennoblece el alma.

Conclusión

Aquí podría dar por concluida esta conferencia, pues he citado los puntos geográficos más importantes de la representación del Misterio de Obanos. Pero les voy a pedir unos breves minutos más, antes de terminar.

Permítanme serles sincero. Esto sólo ha sido una introducción de lo que realmente quería exponer.

¿Saben? El Misterio de Obanos siempre he dicho que es como una representación de la vida del Hombre. Ahora me gustaría explicarlo de un modo distinto al que lo he hecho habitualmente.

El hombre que es consciente de quién es, o al menos trabaja para descubrirse, conocerse...

El hombre que busca.

El hombre que camina hacia su destino.

El hombre que trabaja en servicio de los demás.

El hombre que se topa con las dificultades propias de su andadura.

El hombre que se cansa, que se desanima… y que sigue luchando y trabajando por conseguir alcanzar su meta.

El hombre que, por fin, llega a su destino, y que abraza con sus brazos la meta.

El hombre que es consciente de quién es, o al menos que trabaja para descubrirse, conocerse...

Aquí comienza la historia: El corazón del hombre que busca su realidad de Criatura que no tendrá la Paz hasta que no descanse su corazón en su Creador.

El hombre que busca.

Aquitania: Dos jóvenes que deciden ir en busca de la felicidad, abandonando la riqueza y el lujo.

El hombre que camina hacia su destino

El Camino de Santiago. Tránsito en el que se hace presente la tristeza, el cansancio

El hombre que trabaja en servicio de los demás

Señorío de Amocáin y Obanos.

El hombre que llega a su destino, que abraza con sus brazos la meta

En el caso de Felicia: Labiano.

En el caso de Guillén: Arnotegui.

Ay Señora de Arnotegui!!!! Cuántas palabras de amor, y cuántas lágrimas de fuego pudiste escuchar y contemplar del arrepentido San Guillén!!!!

Gracias Señora por ser tan solícita con tus hijos.

Ahora sólo me queda pedirte, Reina de Obanos, que no nos abandones en esta empresa que es el Misterio, y que lo representemos conforme a tu querer. Que no perdamos nunca el espíritu que don Santos Beguiristáin quiso labrar, sobre piedra de sillería, y que a este pueblo ha legado hasta el fin de la Historia.